martes, 21 de febrero de 2017

Pets.

A medida que los años pasan y las responsabilidades se suman, las amistades toman rumbos diferentes y te vuelves menos tolerante a las cosas que no te gustan (incluyendo a las personas), existen otras cosas que pueden hacerte sobrellevar la vida de manera menos compleja y más disfrutable y una de ellas puede ser una mascota. 

Al compartir el día a día con el animal que hayas elegido como mascota logras que fluidamente se vaya formando un vínculo sentimental muy fuerte, tanto que las palabras no son tan necesarias para comunicarse entre ustedes, y es de esperarse, con tu mascota compartes desde tu comida, tus canciones, tus borracheras y hasta tu cama, así que es natural que esto suceda.

En mi vida he tenido la fortuna de tener unas cuantas, casi siempre perros, los cuales he querido muchísimo, sin embargo ese amor por mis mascotas había sido hasta el momento compartido con mi hermana y mi mamá, ya que vivíamos juntos. Al momento de casarme y mudarme descarté la posibilidad de tener un perro ya que estaría todo el día en la soledad de la casa sin poder salir esperando nuestro regreso y eso me parecía muy cruel.

Gatos: Un universo animal paralelo al perro, el cual siempre considere lleno de elegancia, personalidad y libertad que me fascinaba, que me intrigaba, pero al que no estaba muy seguro si me adentraría y por circunstancias de la vida ocurrió y así fue…

Una bolita de pelo blanco suave como el algodón, una colita que se movía de un lado a otro y unos irresistibles ojos azules como el cielo del intro de “Los Simpsons” brillaban implorando un rescate que evitaría que se la llevaran a vivir en un taller mecánico, o por lo menos eso nos dijo Alexandra, nuestra vecina y dueña de la madre de esta gatita recién nacida, después de tocar la puerta un domingo a la mañana convenciendo casi inmediatamente a mi esposa de adoptarla. Al momento que salía de bañarme tenía 3 pares de ojos vidriosos frente a mi esperando que mi respuesta fuera afirmativa… Decidimos tomarnos un par de horas para pensarlo mejor, sin embargo mucho menos tiempo fue suficiente para convencerme, solo que con una condición, si la gatita se quedaba yo elegiría el nombre…

Lindsay se adueñó poco a poco no solo de la habitación que preparamos para ella sino también del patio, de la sala, de la cocina, de nuestra propia habitación y al pasar los meses, de nuestros corazones. Sus merecidas salidas nocturnas nos preocupaban pero como toda relación estaban basadas en la confianza que ella misma se había ganado al quedarse en los alrededores de la casa cuando le permitíamos salir, pero confieso que hasta que no la escuchabamos entrar por la ventana no dormíamos con tranquilidad.

Sus costumbres llenas de elegancia, actitud e higiene me sorprendían a diario y con el tiempo se convirtió en mi musa gatuna cuando de dibujar o tomar fotos se refería, me acompañaba en momentos en los que dormir en la sala o abrazado al WC era la mejor opción, siempre mirándome con expresión de cariño y agradecimiento proyectada hermosamente en sus ojos azules. 

Junto a Lindsay las caminatas de madrugada eran terapéuticas, verla subir y perderse en las ramas de sus árboles favoritos me dieron una sensación de libertad que no había experimentado antes, sus ronroneos al acariciarla o al comer sonaban como una máquina de afeitar eléctrica que a la vez me recargaba de admiración, de esperanza y de satisfacción al saber que era feliz en nuestra compañía, incluida nuestra bebe Charlotte que a pesar de que es muy pequeña para hablar recién acababa de aprender a pronunciar muy bien y a llamarla por su nombre.

Tristemente hace 2 semanas que Lindsay partió al cielo de las mascotas a causa de una leucemia que la deterioró agresivamente en cuestión de días y ha sido muy duro vivir sin su compañía. 

Mi declaración es que ninguna enfermedad podrá con la satisfacción que sentimos al saber que Lindsay vivió 4 años con nosotros, 4 cortos pero hermosos años llenos de aprendizaje, de crecimiento, de cuidados, de pipetas, de champú anti pulgas, de vacunas, de vitaminas, de enlatados para gatos (los amaba), de caza de grillos y pajaritos, de música, de fotografías (casi a diario), de noches lluviosas, de fines de semana de no salir de casa, de sus locuras y de nuestras risas. 

Hoy después de empezarme a acostumbrar a su ausencia, pienso en todo lo que compartimos juntos y estoy más que seguro que Lindsay me rescato a mi muchas más veces de lo que yo pude rescatarla a ella.

Ama a tu mascota.


Foto por Tacho.

2 comentarios:

  1. Sin lugar a dudas las mascotas nos regalan un gran aprendizaje... Por cosas del destino Lindsay llegó a invadirles su espacio jaja... Fue muy consentida y pienso que sus cortos 4años los vivió de mejor forma posible con unas personas extraordinarias que le brindaron amor incondicional!!!

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